Bruxismo (rechinar de dientes)

El Bruxismo es una actividad parafuncional caracterizada por el apriete y rechinamiento dentario, se trata de un movimiento involuntario, intenso y rítmico de los músculos de la masticación. Se considera de etiología multifactorial y está asociado principalmente al estrés y a la presencia de algún tipo de desarmonía oclusal, aunque de esto último no existe evidencia científica.


Afecta a ambos sexos, disminuye con la edad y 1 de cada 5 pacientes con bruxismo tiene síntomas de dolor orofacial. La prevalencia más alta se encontró en asiáticos, media en euroamericanos e hispanos y la más baja en afroamericanos.

Existe poca evidencia de factores genético-hereditarios.

Es muy frecuente en los niños, aunque a esas edades no se considera patológico, sino más bien una forma natural de desarrollo de la dentición y un estímulo del crecimiento muscular y óseo de los huesos de la cara, tendiendo a desaparecer al alcanzar los 10 años de edad. 

En la edad adulta, dependiendo de la frecuencia y la intensidad, sí que puede ocasionar múltiples problemas;

Puede abrasar y con el tiempo desgastar las coronas dentales; también puede aflojar los dientes, en el peor de los casos el diente se puede partir longitudinalmente.

La musculatura de masticación puede aumentar considerablemente, debido a la sobrecarga prolongada, formando endurecimientos dolorosos que pueden ser causa de dolor al inicio del día, al mover la mandíbula, al abrir la boca, dolores de cabeza, dolores de oído, dolores de cuello, ruidos al abrir la boca e incluso reducción ocasional de la apertura bucal con dificultad para masticar o hablar.

Si es muy intenso, se puede presentar una mala calidad del sueño y cansancio.


La mayor parte del bruxismo se produce durante el sueño, de manera que el paciente raramente percibe que rechina o presiona los dientes, pero sus familiares sí pueden percatarse.

En una revisión dental rutinaria también puede detectarse, al inspeccionar la cavidad oral el dentista apreciará las lesiones producidas en las piezas dentales (fracturas y fisuras en los dientes y prótesis), traumatismos por mordisqueo de tejidos en el interior de las mejillas, hipertrofia de los músculos maseteros, indentaciones linguales, recesiones gingivales, torus mandibulares y maxilares y desgaste dentario.

El diagnóstico de bruxismo definitivo requiere una polisomnografía en una unidad del sueño que registre la actividad muscular, grabe el ruido derivado del frotar de dientes y se filme un video en el que puedan observarse estos movimientos.


Actualmente no existe un tratamiento eficaz para el bruxismo. El bruxismo no se detiene, y no tiene una cura específica, los tratamientos tienden a disminuir el daño orofacial.

Mediante «férulas de descarga» se pueden proteger los dientes y evitar que se desgasten, ayudan también los ejercicios fisioterapéuticos para relajar los músculos de la masticación y la musculatura cervical, el tratamiento con calor y los masajes en la zona dolorida. En otras ocasiones serán necesarios tratamientos farmacológicos con analgésicos o relajantes musculares.

Para poder librarse de este hábito, el paciente debe superarlo conscientemente mientras está despierto, es decir, debe acostumbrarse de forma consciente a no presionar y rechinar los dientes. Cuanto más se observe y corrija a sí mismo el afectado, mayor probabilidad tendrá de acabar con el problema.


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